Por Francisco Rivera Cruz
Acapulco, Guerrero.- Desarrollado desde hace 70 años, por vez primera fui invitado a la Convención Internacional de la Minería, que tendría un amplio programa de conferencias, exposiciones y eventos de los que trastocó o canceló un 80% Otis, que para estudio de los meteorólogos un mismo día acumuló poder y escaló de categoría 1 a la 5, con la que pegó a Acapulco, la noche del martes 24 de octubre.
De “terrorífica” “dramática”, “más extrema que en una película”, “el trauma de mi vida”, “experiencia terrible”, fueron algunas consideraciones de mis 30 compañeros de prensa venidos de cualquier región del país, a la inolvidable noche en que un huracán azotó inclemente.
Y fue despiadado el meteoro, porque estando en una de las zonas más seguras del puerto guerrerense, nos quitó el sueño, dejó empapados y la mayoría terminamos en un refugio, experiencia primera para todos los comunicadores y los cientos de mineros de Brasil, Colombia, Canadá, Perú, E. U. y de varias regiones de México, que nos acompañaban en la experiencia y un inmueble al 100 por ciento de ocupación.
Todos parecíamos afectados, pero los compañeros comunicadores venidos de Caborca y Frenillo, al norte de México, más, porque nunca “ni remotamente” sabían “a lo que sabía” un huracán. Cuando anotamos que en una parte de las ráfagas de los aires, nos daba la impresión de un sismo, asombrados compartieron, “pos pal norte tampoco nos tiembla”.
La luz y telefonía estaban interrumpidos, lo cual acrecentaba la incomodidad de muchos. Apenas los primeros rayos de sol del miércoles y a buscar a los otros de los que no se sabía en la inclemencia del temporal y la incomunicación.
La salida del refugio ocurrió con la buena de que había dejado de llover, pero la contra era que todo estaba afectado; la salida de algunos fue para presenciar rapiña y saqueo de las tiendas, ante la mirada de elementos de seguridad de cualquier corporación.
Los uniformados se veían rebasadas en número, además enfrentaban daños de sus patrullas y calles inundadas u obstruidas por los árboles, postes, anuncios caídos y autos volcados por la fuerza de los chiflones de aire.
Los saqueadores, que –se dijo– venían de comunidades de las afueras de Acapulco, se movían en motos y cuatrimotos, unidades con las que libraban con más facilidad los obstáculos que la naturaleza había puesto a las calles y avenidas.
Hubo quienes concentraron sus cámaras en las horrendas imágenes de los hoteles destrozados, que parecían de escenas de guerra o de un brutal terremoto.
En la Convención, tuve la oportunidad de visitar una unidad minera, la de Capela, en Teloloapan, tomar el curso de dos días “Minería para transformar el mundo”, donde, además de 10 expositores de valiosa talla, tuvimos cercanía al Ing. Luis Humberto Vázquez, presidente de la AIMMGM y la Lic. Karen Flores Arredondo, Directora de la Camimex.
Recorrí antes de las inauguración, parte de lo que sería la Expo Minería 2023 y presencié una emotiva inauguración de la Convención, la tarde del martes. Además de los importantes mensajes, un homenaje a don Xavier García de Quevedo (qepd), por su aporte a la industria minera durante 56 años.
Tras los premios a la minería y entregar los tradicionales Casco de Plata, se acabó “el corrido” para la Convención. Nadie esperaba tan cruento golpe de Otis, y fuimos acumulando asombro: el techo del Forum Mundo Imperial de la inauguración, se colapsó y en recinto de la Expo Minería se inundó.
Miércoles 25: La infraestructura hacia fuera con los mismos negativos[U1] reportes. Daños a las vías de comunicación que llevarían al menos dos días para poder ser transitadas nuevamente.
Las imágenes que recabábamos de los derribos, las tiendas desaparecidas y los hoteles destrozados, correspondían a las inclemencias que en pellejo propio habíamos vivido horas antes.
Jueves 26: Inquietudes acumuladas por no poder salir, solo que algunos empezamos a tener comunicación a los lugares de origen, para esto yendo a otro hotel a unos 500 metros, cuya caminata se hacía con anécdotas, pero un tedio para obtener dos minutos de conexión, a cambio de horas de espera.
Ese día, Industria Peñoles dio la esperada nueva, sacaría rumbo a Chilpancingo a su personal y a nosotros los comunicadores, solo era cuestión de sujetarse a un rol y disponibilidad de sus carros de transporte, los cuales ya tenían aviso de condiciones de paso carretero. Aun así la espera desesperaba a la mayoría.
Salimos por la tarde de Acapulco a Chilpancingo en plan de estar allá a las 6 de la noche, pero el camino tenía sorpresas. Una pinchadura de llanta paró todo porque ocurrió en una zona difícil, sin cobertura telefónica y sin talachero próximo.
Se sumaron más vicisitudes. Alguien compartió “La Convención Minera nos unió, pero Otis nos hermanó”. Un chat con registros de nuestra experiencia es testigo de la hermandad creada por comunicadores de 28 ciudades del país.
A las 12 de la noche del jueves y bajo lluvia ya respiramos el aire de la Ciudad de México y de ahí a sus lugares de origen cada cual, no sin antes muchas palabras de mutua gratitud por la protección entre todos.
Esta especie de recuento, no se puede cerrar sin agradecer a Esther Arzate, que durante la travesía desde la Ciudad de México, se ocupó de la seguridad de todos, a lo que se sumó en el segundo día Silvia Landeros, que reforzó acciones para que fuera lo más grato el acercamiento a lo que es la industria minera. Mi final: La minería es una actividad, sin la cual, algunas regiones tendrían mayor pobreza y pesada migración y violencia, con el agregado que en zonas la vuelven “papá gobierno” ante la incapacidad de los niveles de administración pública de aportar y asegurar, los benefactores básicos a la población.
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